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Estefanía y Nicolás celebraron su boda en Villa Rosita, una masía situada al suroeste de la ciudad de Valencia. Comenzó el día temprano ya que parte de los invitados pasaron allí la noche anterior, junto a Estefanía y Nicolás. Al llegar, a primera hora de la mañana me encontré con los sobrinos de la pareja, dando un paseo matutino que más tarde Pablo, el pequeño, describía a Estefanía mientras le ponía la pajarita, «una ardilla, dos lagartijas y el perro Bruno» fueron algunos de los invitados sorpresas a la boda.
Estefanía y Nicolas sabían que este día, (tan esperado desde hace años) llegaría antes o después. Ya estaba hablado, porque desde el primer momento supieron que necesitaban estar juntos y cuando tienes la oportunidad de conocerlos te das cuenta que es así. La conexión entre ellos es más que evidente y el apoyo que se han prestado en los momentos difíciles, les ha convertido en inseparables, son el claro ejemplo de que cuando las cosas se complican para alguno de los dos, el otro no solo no falla, sino que es el bastón para volver a caminar.
Los momentos complicados superados, les unieron aún más y las risas les trajeron los juegos, porque esto es su filosofía de vida; jugar, jugar y jugar. Bailes, juegos de mesa o la vida en general, pueden ser encarados de la misma manera: si se pierde una partida, no pasa nada, mañana habrá otro juego al que jugar juntos.
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